Por: José Ángel Solorio Martínez
La década de los 70, en Nuevo León, vio a una Izquierda
fragmentada y dogmática. Una parte de ella, había tomado el turbulento camino
de las armas; otra, el de la lucha de masas y de la organización popular, la
menos se movía en el Partido Comunista Mexicano (PCM) –que se meneaba en los
meridianos del Eurocomunismo bajo el liderazgo de Arnoldo Martínez Verdugo-.
El PCM, era una Izquierda considerada por las otras
porciones, como reformista. La ruta electoral, que había planteado Arnoldo en
la estrategia fundamental de cambiar el régimen político mexicano era un error
fundamental según las visiones más radicales izquierdistas.
En marcha el proyecto arnoldista, el año de 1976 los
comunistas postularon a la Presidencia de la república al incuestionable ex
dirigente ferrocarrilero Valentín Campa Salazar.
Fue la primer campaña presidencial de un candidato de
Izquierda en México.
La viví en Monterrey.
Al lado de Raymundo Zepeda Gaona, hicimos lo que
modestamente podíamos a la cabeza de escuálidas brigadas propagandísticas. En
uno de los centros de la derecha mexicana, y en una región en donde la lucha
armada había sido el camino de los activistas más brillantes y lúcidos de la
Izquierda nuevoleonesa, Campa fue sólo un candidato testimonial.
Sin cifras oficiales –el PCM era ilegal-, no supimos la
cantidad de votos de Campa.
En 1982, le tocó ser candidato presidencial a Arnoldo
Martínez Verdugo. Probablemente, el dirigente de la Izquierda mexicana más
talentoso, hasta la llegada de Andrés Manuel López Obrador al escenario
nacional.
Campaña intensa. La experiencia de la incursión de Campa,
fue de gran utilidad. Lo más memorable de Arnoldo: fue el primer político mexicano
en llenar el Zócalo de la ciudad de México.
Su cierre de campaña fue impresionante.
Plancha llena: más de 150 mil comunistas pidiendo
democracia.
“Zócalo rojo”, se dijo.
Esa experiencia la vivimos desde Río Bravo, Tamaulipas. En
compañía de Severiano Ponce, Elpidio Tovar, Juan Francisco Flores, Gregorio
Luna Martínez, Esteban Ávila Roque, Fausto Hernández López, José y Juan
Rosales, Rosa Sifuentes, presenciamos una campaña de profunda esencia popular.
Centenares de riobravenses, -campesinos, obreros,
estudiantes, profesores, todos militantes del PCM- pudimos admirar a un
Martínez Verdugo, plantear a Zócalo lleno sus ideas de la construcción
democrática de México.
Avance formidable: se le reconocieron más de 850 mil votos
al candidato del Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Tuvo que venir la ruptura del PRI nacional, para que un
candidato con banderas de Izquierda: la Corriente Democrática –Cuauhtémoc
Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y otros-, iniciaron la
construcción de una izquierda electoral de masas. (Esa vocación unitaria,
concluiría en la construcción del Partido de la Revolución Democrática).
En 1988, se hizo crecer la esperanza.
No se pudo.
Faltó empuje de Cárdenas para forzar al régimen a
instrumentar cambios democráticos de fondo.
Tendría que venir Andrés Manuel López Obrador. Desde el
Partido de la Revolución Democrática, modeló una candidatura de alta
competencia con dos valores fundamentales suyos: la honestidad y la
perseverancia.
2006, lo frenaron.
2012, lo aplastaron.
2018, derrotó a la Mafia del Poder.
Desde 1976 al 2018, son 42 larguísimos –por lo sufridos-
años de lucha electoral de la Izquierda.
Campa y López Obrador, son las pinzas que cierran un
rutilante horizonte histórico de la Izquierda electoral mexicana.
Este 1 de diciembre, hay mucho que festejar.
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